miércoles, 11 de mayo de 2011

Aprender a ser egoísta.

Te dan alas con las que volar lejos, con las que alcanzar el sol, con las que tocar el cielo y, de repente, cuando estás a un palmo de rozar las nubes, te las arrancan para que caigas, caigas, caigas… y te estrelles contra la realidad de la que nunca debiste haber salido. En este corto periodo de tiempo, sentí más cosas de las creí haber sentido en mi vida. Creí. Porque en el momento en el que pensé que decías un 'te quiero', me di cuenta de que en realidad, nunca había sentido nada. Y ojalá nunca hubiera llegado a sentir nada.
Quiero vivir, quiero ser feliz.Quiero reír a carcajadas por algo que realmente me haga gracia. Fuera hipocresía, fuera lo que no es de verdad, no quiero más fantasías que se conviertan en soledad, yo no quiero llorar más.


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Hay momentos en los que piensas y recapacitas sobre todo lo que ha pasado por tu vida, crees que se te acaba el tiempo, que nada tiene sentido, que nada tiene solución, que por mucho que intentes todo quedará igual, nada cambiará, y se te pasa por la cabeza la idea de que todo el mundo nace con un destino, y que tú estás destinado a no saber nunca lo que quieres, a dejar las personas importantes atrás, a perder lo bueno, a estar solo.
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El mundo me empieza a dar asco y ya ni siquiera puedo cabrearme. No existe ninguna palabra que defina esto. No existe. Y es una auténtica mierda. Gozamos de un diccionario enorme, he buscado por delante y por detrás y no encuentro una palabra con la que explicar todo esto. Podría decir que estoy fuera de todo, pero la realidad es que ahora estoy más metida en mi vida que nunca. Podría decir que estoy decepcionada, pero no estoy segura de esto último. Quizá lo más conveniente sea decir que estoy en un punto intermedio entre el cabreo y el cansancio. Más cansada que cabreada, creo. Tengo fuerzas, pero ¿qué parte de mí reclama esas fuerzas? Tengo valor, pero no sé para qué lo necesito. Tengo ganas, ganas que se mezclaron con una rabia intensa, enorme y peligrosa. Y ya no sé cómo separarlas. No estoy triste. Me encantaría. Pero no lo estoy. Tampoco estoy contenta. Y no, en absoluto estoy buscando que alguien me diga cómo me siento. Tampoco escribo para encontrarme. Me toco y sé que estoy aquí. Me siento. Me veo, me escucho, me respeto. Pero quizá necesite algo. O a lo mejor sólo quiero eliminar lo que nunca debió ocurrir. Borrar un fragmento de mi vida. A lo mejor necesito algo para aclararme. No lo sé... ¿Calma? No, gracias. Estoy calmada. No hay nadie con quien pueda hablar de esto. Ni siquiera puedo hablar conmigo misma, porque no sé lo que siento. Porque me pongo a pensar y me quedo a medias, porque no entiendo qué viaja de lado a lado en mi cabeza cada madrugada cuando no consigo conciliar el sueño y duele, duele sentirse víctima de algo que ni siquiera controlas, porque no puedes, porque no quieres, porque no sabes cómo hacer para acabar con algo que te taladra la piel día sí y día también. Es como si tuviera los ojos vendados, y camino, no sé si hacia atrás o hacia delante, pero camino y me canso de no encontrar nada en esta cabeza.
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Me dado cuenta de que lo que necesitas no siempre es lo que quieres, lo que quieres no es siempre lo que encuentras, lo que encuentras no es siempre lo que buscas, lo que buscas no siempre es lo acertado, y lo acertado no siempre te hace feliz. Cada vez estoy más convencida que hay que potenciar la ignorancia para ser inteligentemente feliz. Tal vez no hay que entender la vida sino vivirla. No quiero falsedad, no quiero mentiras. Sólo busco sinceridad y cariño. Odio a los "fantasmas" que se cruzan en mi vida. Creo que no pido tanto, aunque tampoco deberia esperar nada de nadie. Quiero estar un tiempo sola, sin nadie que ocupe mi cabeza, empezar a pensar un poco en mí. Aprender a ser egoísta

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