sábado, 25 de septiembre de 2010

...

Úntame de amor y otras fragancias de su jardín secreto.Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor.Sácame de quicio.Llévame a pasear atado con una correa que apriete demasiado.Hazme sufrir.Aviva las ascuas.Ponme a secar como un trapo mojado.No desates las cuerdas hasta que sea tarde.Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, que no sea tuya ni mía, que sea de todos.Líbrame de mi estigma. Llámame tonto.Sacrifica tu aureola.Perdóname.Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora.No me arrastres.No me asustes.Vete lejos.Pero no sueltes mi mano.Empecemos de nuevo.Sangra mi labio con sanguijuelas de colores.Fuma un cigarro para mí.Traga el humo.Arréglalo y que no vuelva a estropearse.Échalo fuera.Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora.Sueña retorcido.Sueña feliz,que yo me encargaré de tus enemigos.Dame la llave de tus oídos. Toca mis ojos abiertos.Nota la textura del calor.Hasta reventar.Sé yo mismo y no te arrepentirás.¿Por cuánto te vendes? Regálame a tus ídolos.Yo te enviaré a los míos.Píllate los dedos.Los lameré hasta que no sepan a miel. Hasta que no dejen de ser miel.Sal, niega todo y después vuelve.Te invito a un café.Caliente claro.Y sin azúcar.Sin aliento..

- Es bonito..¿Lo has escrito tú?
Hice un gesto afirmativo con la cabeza,mirando directamente a sus ojos incendiados. Los ojos que habían atrapado mi atención desde hacía un rato.Apenas lo había leído durante unos segundos,y a la vez me observaba de reojo.
- ¿Para quién lo has escrito? ¿Para alguna chica que te quita el sueño? -, preguntó, distraídamente, sin darle importancia. Me devolvió el papel, y yo sabía que no lo había leído,joder,no lo había podido leer.Era une pena.Me gustaba el cálido final.
- No,lo escribí para ti.
- ¡No te creo!
El metro había llegado.Ella se metió en el vagón y murmuró “hasta luego”.
(..)Yo estaba todo tirado en la misma estación, ya sabes, la de Bilbao, y en el mismo andén y todo. Tenía unos papeles en la mano, pero no pasaba mucha gente. Noté un toque en el hombro y, hostia, era ella, la chica de los ojos-brújula.
- ¿Te pasas todo el día metido en el metro?
- Pues ya ves..
- Y qué, ¿me invitas a ese café?
Joder, pues sí lo había leído..

No hay comentarios:

Publicar un comentario